¿Qué hacer con ómicron?
POR DANILO CRUZ PICHARDO.- Al momento de escribir este artículo se desarrollaba un debate respecto a la docencia presencial en las universidades y en los centros de los niveles secundario y básico de la educación pública y privada.
Esa discusión es consecuencia de los altos niveles de contagio de la variante ómicron, la cual, conforme estadísticas oficiales, amenaza con romper récord de personas infectadas desde que llegó al país el coronavirus, en el mes de marzo del 2020. Este quinto rebrote se produce a pesar de que un alto porcentaje de nuestra población está vacunada.
Sin embargo, no se trata de una situación sanitaria particular. Muchos países, incluyendo los denominados desarrollados, que son los que tienen mayor porcentaje de vacunación de sus respectivas poblaciones, registran problema de crecimiento de la pandemia, lo que revela que aún estamos lejos del control médico del temible virus.
La rápida propagación planetaria de ómicron ha restado autoridad moral a los laboratorios productores de las distintas vacunas, los cuales se apresuran en la búsqueda de pretextos supuestamente científicos, cuando la verdad parece ser que hasta el momento todo ha constituido experimento y ensayo, lo que lleva al escepticismo de la población mundial e inclusive otorga fuerza a los sectores contrarios a las vacunas.
En nuestro país se plantean múltiples alternativas para reducir los altos niveles de contagio, entre las cuales está el regreso a la docencia virtual, lo que para el suscrito sería un retroceso. El retroceso sería mayor si las autoridades vuelven a imponer restricciones. Dentro del conjunto de ideas no faltan los extremistas que sugieren el retorno al confinamiento, el cual estuvo muy lejos de ser una solución y contrariamente dañó la economía nacional y provocó ansiedad y depresión en la población.
Formular cualquier planteamiento público para mitigar el alza de los contagios no deja de ser riesgoso, pese a las buenas intenciones. Si los países desarrollados no han podido controlar la pandemia, carece de sentido pensar que los dominicanos seríamos la excepción.
Se impone exhibir conciencia ante la problemática. Pero no podemos demandar conciencia a una población con bajo nivel de escolaridad, donde a muchas personas se les ve aglomerada y sin mascarilla. Y con todos los encuentros de las festividades navideñas no es para ahora sorprendernos.